lunes, 11 de julio de 2011

La mala salud de hierro del Mar Menor


El equipo de Pérez Ruzafa hace visible con una simulación informática la creciente amenaza de vertidos en la laguna 

11.07.11 - 01:09 - 

Con lo que cuesta construir tres kilómetros de vía del AVE se puede eliminar la principal amenaza que persiste sobre el Mar Menor: acabar con los vertidos que están destruyendo la laguna elevando el riesgo de eutrofización. Un problema aparentemente fácil de resolver, como es evitar la entrada de nitratos y fosfatos a través de la Rambla del Albujón, no pone de acuerdo a las administraciones. La restauración de este cauce y la depuración de sus vertidos evitaría el 90% del impacto que sufre la laguna. El grupo de investigación de Ecología y Ordenación de Ecosistemas Marinos Costeros de la Universidad de Murcia, que dirige el catedrático Ángel Pérez Ruzafa, está aplicando con éxito un modelo hidrodinámico que simula la dispersión de los vertidos sobre el Mar Menor y que arroja unas consecuencias preocupantes: los nutrientes invaden este ecosistema de una forma tan persistente que apenas le da tiempo a renovarse, por lo que cada año crece la acumulación de contaminantes. Un botón de muestra: la laguna recibe cada año entre 2.500 y 3.000 toneladas de nitratos y fosfatos disueltas en las aguas residuales urbanas y en el drenaje agrícola.
Una mancha roja
La rambla del Albujón, la que más nitratos arrastra al Mar Menor debido a la elevación del nivel de las aguas subterráneas y a la intensa actividad humana del Campo de Cartagena , 'enrojece' al cabo del año todas las aguas por la acumulación progresiva de las sustancias vertidas. Tal es la imagen que proyecta sobre el ordenador el programa Shyfem, que es una herramienta desarrollada por expertos italianos y que está aplicando el equipo del catedrático de Ecología Pérez Ruzafa. Éste ha modelizado la dispersión de vertidos que alivian las principales ramblas que desembocan en la laguna. Uno de los trabajos, el más exhaustivo, fue realizado meses atrás para la Consejería de Agricultura, Agua y Medio Ambiente.
Este mismo programa es utilizado en Venecia, Cerdeña y el Báltico, entre otros puntos, por equipos de investigación de varias universidades europeas, entre ellas la de Murcia, que comparten sus avances. Para Pérez Ruzafa, lo más importante de esta herramienta es que «permite adelantarnos al problema». El modelo de dispersión de vertidos reproduce con fidelidad los efectos que provocan en las aguas del Mar Menor los nitratos y pesticidas de la agricultura y los fosfatos de las aguas residuales que se canalizan principalmente por el Albujón, cuya carga letal se multiplica extraordinariamente cuando llueve.
Partiendo de los datos que se recogen periódicamente de las estaciones de muestreo -hay veinte dentro de la laguna costera- se reproduce la migración y los efectos del vertido día por día. Previamente hay que procesar todos los valores recogidos sobre salinidad, temperatura, condiciones meteorológicas (vientos y lluvias), oxígeno en el agua y nutrientes en suspensión.
Los resultados obtenidos con este modelo permiten predecir el comportamiento en este ecosistema, donde entran en juego otras variables más complejas, como la actividad biológica que absorbe gran parte de los nutrientes, principalmente las medusas y el ictioplancton (larvas de peces), las cuales contrarrestan la proliferación de algas, que a su vez se multiplican con los nutrientes. Se trata en resumen de un complejo sistema de regulación en el que unas especies toman el relevo a otras.
El valor de las medusas
«El Mar Menor está en un equilibrio muy inestable. Todo el ecosistema trabaja para absorber la entrada de nutrientes. Está al límite», explica Pérez Ruzafa. «Ese equilibrio se puede romper en cualquier momento y por ese motivo la clave está en controlar los vertidos, principalmente los que llegan del Albujón, donde está localizado el 90% del problema; pese a tratarse de un canalito de cinco metros que sin embargo vierte de forma continua».
El catedrático de Ecología alerta en este sentido de la acumulación de los vertidos. La tasa de renovación del agua de la laguna costera es superior a un año, por lo que no le da tiempo a contrarrestar la acumulación progresiva de nutrientes. Cuando las medusas desaparecen el Mar Menor empieza a tomar un color verde. No se ve el fondo a medio metro porque se ha disparado la producción vegetal alimentada por los nitratos. Eso impide que la luz llegue al fondo, con consecuencias fatales para la mayoría de las especies. Pérez Ruzafa advirtió semanas trás de este peligro sobrevenido por la ausencia de medusas en los últimos cinco años. «Si el ecosistema está muy subvencionado de nutrientes, no da abasto para equilibrarse y se descontrola por completo», señala.
La intensa presión humana se combina con las agresiones que viene sufriendo la laguna costera desde la pasada actividad minera de la Sierra de Cartagena-La Unión hasta la agrícola actual, que utilizan esta cubeta natural como sumidero. El proceso de eutrofización (invasión de nutrientes inorgánicos) es serio. La calidad de las aguas y los niveles de clorofila son razonablemente buenos debido precisamente a la actividad de las medusas y del ictioplancton.
En el entorno del Mar menor se han localizado 36 puntos de entrada de agua a la laguna, cinco más que en el año 2007. El 42% de los aliviaderos no suele registrar vertidos, al menos cuando fueron muestreados, mientras que en el 50% se detectaron volúmenes inferiores a los 50 litros por segundo. Los caudales máximos corresponden a la rambla del Albujón y la estación de bombeo del sur de Los Alcázares. En estos dos puntos se han alcanzado los 202 y 176 litros por segundo.
Los componentes más preocupantes son los nitratos, cuya concentración es más significativa entre Los Alcázares y Los Nietos y oscila entre los 6 y los 107 micromoles por litro (unidad de sustancia).

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