lunes, 2 de marzo de 2009

Hermanos de pupitre

Los alumnos murcianos no creen que haya racismo en las aulas de la Región y no ven problemas de convivencia. «No hay un caso de xenofobia desde hace años», certifica la Consejería de Educación
DANIEL VIDAL MURCIA/La Verdad
Juan intercambia cromos con su amigo, apurando los últimos minutos del recreo, mientras hinca el diente a lo que poco que queda de un bocadillo de chorizo. Juan es cubano, estudia 1º de ESO y mira al periodista con cierta cara de sorpresa cuando éste le pregunta si algún compañero se ha metido con él alguna vez por el color de su piel.
-«No», responde, sin acabar de entender muy bien la pregunta. «Nadie me ha dicho nada de eso».
-«Acho, ¿por qué se tendrían que meter con él?», espeta su colega de patio, Alejandro. «Si es un crack».
Alejandro engancha por el brazo a su amigo un par de segundos después de que suene la bocina de retorno a clase y, lejos ya del periodista, echa el brazo por encima del hombro de Juan. Una imagen que es capaz de responder por sí sola a una pregunta incómoda. ¿Hay racismo o xenofobia en las aulas de la Región de Murcia?
ESTUDIOS E INFORMES
Los últimos estudios publicados al respecto, entre los que destaca el informe elaborado por el Instituto de la Juventud, señalan que el problema, aunque en menor medida que otras épocas, aún sigue presente en los colegios. Según ese documento, el 48% de los jóvenes considera «positiva» la inmigración y el 69% asegura tener algún inmigrante en su grupo de amigos; la mayoría tampoco muestra inconvenientes a la hora de convivir, trabajar o relacionarse con extranjeros. No obstante, dos terceras partes de los jóvenes (el 68%) considera que el número de inmigrantes en España es excesivo y que es preciso controlar sus flujos, frente al 26% que lo estima «adecuado» y un 1% que lo ve «escaso». Otro estudio referente a la existencia de racismo en las aulas, publicado en diferentes medios, es la encuesta escolar sobre Actitudes ante la Inmigración y Cambio de Valores, realizado por el Centro de Estudios sobre Migraciones y Racismo (Cemira) de la Universidad Complutense de Madrid. En esta encuesta, en la que se incluyen respuestas de unos 1.200 jóvenes murcianos, las conclusiones son algo más preocupantes: ahora son el doble los escolares que se muestran partidarios de echarles del país (un 24,7% frente al 12,6% de hace cuatro años). Además, un 11,6% dicen que les molestarían como compañeros de clases (en el 2002 ese porcentaje era sólo del 3,7%) y un 16% afirma que no les permitiría entrar a España para trabajar. El 50,8% de los chavales opina que los forasteros quitan puestos de trabajo, y seis de cada diez adolescentes (el 61,2%) dicen que aumentan los problemas de la droga y la delincuencia. Un 40,7% señala que con la inmigración se incrementa el terrorismo. Y ahora son más los que apoyarían «a un Le Pen español que echara a los marroquíes y negros» (del 10,7% en 1997 a un 20% en el 2008).
A PIE DE INSTITUTO
La Verdad, con los datos en la mano, se desplazó en dos ocasiones al que puede ser el instituto más internacional de la capital y de la Región de Murcia. El IES Floridablanca, que tiene entre sus estudiantes 14 nacionalidades diferentes. Desde Marruecos y Argelia a Ecuador y Bolivia pasando por Rumanía, Rusia, China o Ghana. Casi nada. Susana, una alumna de 2º de Bachillerato, lo corrobora: «éste es el instituto más internacional, seguro. Hay todo tipo de gente, todo tipo de culturas y todo tipo de razas. Pero problemas, ninguno». Sus amigas, Cynthia y María Teresa, de 17 años, asienten con la cabeza. Son de la misma opinión: «Conocemos a chicas ecuatorianas, bolivianas, con las que tenemos amigas españolas en común y se llevan genial. Además, aquí hay muchas chicas musulmanas que llevan su pañuelo y yo jamás he visto que alguien les diga algo», asevera María Teresa. Cynthia apunta que «es una pena que muchos tengan que dejar de estudiar para ponerse a trabajar y ayudar a su familia, deberían tener más oportunidades». Lo que está claro, según susana, es que «cada uno tiene su cultura, y hay que respetarlo».
Unos metros más allá, junto a las puertas del instituto, charlan animados Alejandro, José Manuel y Laura, también de 2º de Bachillerato. Cuando se aborda el tema del racismo, recuerdan pequeños incidentes guardados en su memoria:
-«En Espinado se meten con los moros», dicen uno.
-«Y en El Palmar hay peleas entre gitanos y magrebíes, y se montan unas buenas», añade el otro.
Si se les pregunta por sus relaciones diarias, por sus conocidos en el instituto, en el barrio, la cosa cambia diametralmente.
-«Bueno, en mi clase tengo un compañero de Ghana y es un tío muy majo. No es amigo mío, pero él tiene su grupo, en el que hay españoles también», indica José Manuel.
-«Problemas de convivencia ninguno, al menos en los institutos que conozco por mí y por mis amigos. Problemas de integración a veces sí hay. Por ejemplo, los ecuatorianos tienden a juntarse mucho entre ellos, y deberían abrirse más a los demás para que mejorase esa integración, porque esa actitud dificulta el contacto con la sociedad en la que viven», reflexiona Alejandro.
Laura, atenta, añade que «habría que empezar a cambiar los prejuicios que tiene la gente, porque no conducen a nada» y, a la pregunta de si ve bien que las musulmanas lleven el hiyab -o velo islámico-, esta alumna de El Palmar contesta, decidida, que «cada uno lleve lo que quiera. ¿Por qué hay que decirles algo? Si lo quieren llevar, que lo lleven».
Tiffany tiene 15 años y es de Perú, aunque lleva viviendo en Murcia desde los 8. «Alguna vez sí me han dicho algo, pero ha sido algún desgraciado que no tenía otra cosa que hacer», asegura firme. «Pero, en general, la gente se porta muy bien, yo no tengo problemas en clase ni en el patio y, mis amigas tampoco. Aunque siempre hay excepciones, claro. Yo tengo amigas y amigos de otros países y casi somos como hermanos. Hermanos de patio y de pupitre».
CÓMO LO VE LA ADMINISTRACIÓN
Desde la Consejería de Educación, Formación y Empleo, la visión del racismo en las aulas coincide con la de los alumnos. Según Aurora Fernández, directora general de Ordenación Académica, «no tenemos constancia de un sólo caso de xenofobia o conflicto racial en los centros educativos desde hace años», un dato que es fruto «del apoyo específico que hemos brindado a las políticas educativas de integración».
Fernández destacó que el cambio que se ha producido en la comunidad educativa responde a factores como la «educación en valores y la implicación del profesorado», que según la directora general, «ha tenido un papel importantísimo». Asimismo, detalló algunas medidas puestas en marcha por el departamento de Constantino Sotoca, como los planes de acogida inicial de inmigrantes, las aulas de acogida (que ya superan el centenar en toda la Región), el español para extranjeros y otras actuaciones en las que se incluyen también las crecientes subvenciones que la Consejería distribuye para la integración del alumnado inmigrantes entre ayuntamientos, asociaciones de madres y padres de alumnos y organizaciones no gubernamentales que trabajan en este sentido.
Pese a todo, Fernández asegura que «el clima de convivencia siempre se puede mejorar y vamos a seguir trabajando». Todo para lograr que de las aulas salgan, como dice Tiffany, «hermanos de pupitre».

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